«Los objetos de un campo son tomados para cuestionar otro. La instalación está
realizada con más de 500 púas de guitarra.
La púa como interlocutor sonoro de la contracultura, la revolución y el símbolo de la
energía corporal expandida, ha perdido parte de su gravitación.
El rock y el mundo de las artes se han convertido en la tierra prometida de muchos
artistas, fans y coleccionistas.
Mientras entre las paredes de la galería rebota como un fantasma el sonido añorando
su resurrección chamánica, las púas en el proceso de invisibilización están a la espera
de otras voces para que liberen la magia encriptada».
Florencia Ciliberti, 2014